Rojo carmín: Un patriarcado disfrazado
de humor
[Reseña de una representación dramática]
Con representaciones de tarde y noche, Rojo carmín dio por terminada el pasado sábado, 28 de junio, su presencia cartelera en el Teatro de la Luna en Arlington, Virginia, tras una permanencia de algo más de tres semanas.
La obra teatral, adaptación escénica del libro La mujer y el matrimonio de M. Muñoz y E. Flores, llevado a cabo por Cruz Robles, da un tratamiento humorístico, pero simplista, a un tema existencial que ha enturbiado desde tiempo inmemorial la más básica de las relaciones interpersonales: el matrimonio, y lo hace desde una perspectiva decididamente tendenciosa o, para usar una frase de corte popular, de "machismo puro," ofreciendo así la receta inequívoca para el frasaco de la relación. Claro está que los autores no pretendían otra cosa, extremo que se hace patente desde la introducción a cargo del presentador, quien invita jocosamente a los espectadores que alberguen cualquier sentimiento feminista o, por simples sentimientos de solidaridad con la situación supuestamente inferior de la mujer en el matrimonio, a que abandonen la sala.
La representación proporciona carcajadas desde el principio hasta casi el final, cuando los protagonistas, hasta entonces deshumanizados y escondidos detrás del sutil disfraz de una nariz de payaso, recobran su aspecto humano. En este momento se puede reflexionar sobre la falta de solidez en las cimentaciones sobre las cuales el matrimonio fue construido desde sus primeros momentos: el deseo sexual y los cuentos infantiles que pregonan la eterna felicidad, entre otras expectativas irrealistas. El hombre enfatiza su punto de vista con su decálogo sobre los derechos del varón en el matrimonio y su consecuente falta de ecuanimidad al hacer caso omiso de las aportaciones de la mujer a la empresa (que a todas luces debiera ser una aventura a partes iguales, si la relación ha de funcionar). Es decir, la obra aplica a rajatabla la ley del embudo: lo ancho para él y lo estrecho para ella.
Como se ha dicho, la obra esta escrita en clave de humor, pero ofrece un triste comentario sobre una sociedad altamente patriarcal en sus planteamientos, extremo que queda claro en el folleto de presentación, donde se lee: “Rojo carmín está dirigida a quienes han decidido casarse, y a quienes ya dieron este desafortunado paso, les diremos cuáles son sus derechos como hombres casados.” Sin embargo, cuando el hombre decide abandonar el matrimonio, no se vislumbran en su rostro indicios de felicidad, sino más bien proyecta la imagen de un niño perdido en el bosque sin saber hacia dónde dirigirse para encontrar la salida, aunque se encuentre rodeado de juguetes, en este caso maletas, camisa floreada, sombrero de paja, gafas de sol y demás artefactos que indican que sueña con idílicos encuentros playeros.
Por otro lado, una vez consumado el abandono por parte de su marido, la mujer ni se da cuenta de la ausencia de éste, punto que hace reflexionar sobre la triste realidad de muchos matrimonios: el abandono espiritual en que se permanece bajo el mismo techo, pero con un distanciamiento psíquico que resulta en la disfunción total de la empresa matrimonial, dejándola vacía de cualquier contenido afectivo.
La representación fue llevada a cabo con absoluta profesionalidad por Gerardo González y Cruz Robles, miembros de la compañía mexicana La Matraka Teatro. Esta polifacética pareja, además de desempeñar sus papeles de primeros actores, realizaron cometidos, en conjunto o individualmente, de adaptación, dirección general, diseño y realización escenográfica, musicalización y diseño de vestuario. Merece destacar el excelente uso de la pantomima y expresión corporal por parte de ambos actores y, asimismo, la sencillez y la eficacia de la escenografía.
Acabada la representación se dio paso a un breve, pero informativo, coloquio entre los actores y el público asistente, moderado por el asesor literario del Teatro de la Luna, Rei Berroa, acontecimiento que sirvió para que los espectadores se identificasen más estrechamente con el ideal y la razón de ser del teatro en español en la zona de Washington. No en balde esta misma semana supimos oficialmente la noticia de que la población hispana es ya la más numerosa de entre los segmentos minoritarios en los Estados Unidos, hito alcanzado con doce años de adelanto sobre las previsiones de los demógrafos. Este hecho, a su vez, reclama a gritos un replanteamiento por parte de las autoridades en cuanto a un más justo y equitativo reparto de fondos destinados a promociones culturales y, asimismo, un toque de atención al sector pudiente del colectivo hispano e hispanista para que sean más generosos con sus aportes y apoyos a la cultura .